Después de meses de publicidad a
través de las distintas redes sociales, se estrenó Scream Queens, la nueva
serie de Ryan Murphy, el afamado director de Glee y American Horror Story. Con
casi 4 millones de espectadores en su primer capítulo, y siguiendo una línea
oscura que intenta ser similar a la de AHS, la nueva serie presenta personajes
femeninos protagónicos un tanto fuertes y controversiales.
En la casa Kappa, una hermandad
universitaria, seis chicas tienen que escapar de un asesino disfrazado de
diablo rojo, quien en cada capítulo va dejando nuevas víctimas. Además, hay un
trasfondo aún más tétrico, relacionado a un personaje –del cual todavía no se
sabe su verdadera identidad- hijo de una joven a la que sus compañeras dejaron
morir 20 años atrás, luego de dar a luz en una bañera, durante una fiesta.
Se presenta como una historia de “venganza”
aún indefinida, teniendo en cuenta que todavía no se sabe quién es el asesino
ni mucho menos por qué intenta matar a chicas en el 2015. No son las mismas que
estuvieron 20 años atrás ni tampoco se sabe si el asesino es realmente el hijo
de aquella joven que murió. Con un leve dejo de ironía y tragicomedia, esta
serie puede ser lo que algunos adolescentes necesitaban por parte de este
director, quien no para de generar éxitos. Empero, hay una realidad detrás de
todo esto; actualmente los casos de violencia de género siguen en aumento,
tanto acá como en Estados Unidos –país de procedencia de la serie, donde cada
año, alrededor de 1600 mujeres son asesinadas por hombres, según un informe del
Centro de Políticas sobre Violencia- y en cierto punto, esto se ve más
fomentado que erradicado en cada nuevo episodio.
Las protagonistas son chicas de entre
18 y 21 años que viven de la fiesta, el alcohol, el sexo y los lujos. Son
jóvenes y audaces y creen llevarse el mundo por delante. Tanto ellas como la
joven tranquila que llegó a la hermandad sólo para honrar la memoria de su
madre muerta, corren peligro; así como también como toda mujer que se encuentre
en el medio del camino del diablo, puede sufrir las consecuencias. En un
principio se intentó mostrar una crítica
hacia estas chicas y sus temperamentos, poniéndolas en un lugar de
tontas y superficiales que merecen morir de maneras trágicas y dolorosas, y se
intentó jugar con el público para que las deteste a pesar de lo glamorosas que
puedan ser; pero pronto la muerte mostró otra cara: sólo mueren mujeres. El
único hombre atacado fue el personaje de Nick Jonas, quien al final del
capítulo apareció vivo, demostrando que su muerte solo había sido una mentira.
Los actores tratan de alejarse de esa
imagen que tiene la audiencia de los personajes típicos de las series; intentan
buscar una complicidad a través de una manera de ser más acercada a la realidad
con las frases que utilizan y también con la manera en la que actúan o
desempeñan su papel. Pero no todo es color de rosa después de las actuaciones;
las constantes muertes son ocultadas tanto por la líder de la hermandad –Chanel,
el personaje de Emma Roberts-, una frívola y narcisista que sólo parece
preocuparse por ella, por su ropa y por su novio; como también por todas las chicas
que viven en la casa y día a día intentan o descubrir quién quiere acabar con
sus vidas, o seguir como si nada estuviera sucediendo y disfrutar de la fiesta
que les brinda la universidad a la que asisten.
Ryan Murphy se caracterizó por defender
a los nerds y a los geek en la serie Glee, dándoles un protagonismo que a nivel
mundial hizo que cambiara la situación crítica en la que se encontraban. No
obstante, en esta nueva entrega vuelve a poner en tela de juicio el lugar que
ocupan las nerds y las chicas populares, mezclándolas bajo el mismo techo; pero
eso no excluye a ninguna de ser asesinada.
Las constantes muertes de mujeres en
esta serie siguen en aumento, y no parece algo que fuera a preocupar al
espectador, quien sigue alabando la nueva creación de Murphy y muestra una
especie de fanatismo por las protagonistas. Pero hay una verdad que no se puede
ocultar: son mujeres las que siguen muriendo, a manos de alguien que no se sabe
quién es; sin alejarse mucho de la realidad, la violencia de género sigue en
aumento y tal vez, más que mostrar cómo matan a un grupo de jóvenes de una
hermandad, por más histéricas que sean, habría que dejar en claro que es algo
que se debe frenar y no fomentar, ni siquiera a través de una satírica comedia
dramática norteamericana.
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